viernes, 22 de septiembre de 2017

Un grave problema


Los alumnos de 1º de este nuevo curso han intentado resolver un grave problema de nuestro amigo Alfredo. El resultado ha sido original y, en ocasiones divertido. 

Alfredo tenía un grave problema y no sabía cómo resolverlo, así que decidió ir a ver a su amigo Teodoro, que siempre tenía muy buenos consejos...
 
así pues se dirigió a ver a su amigo Teodoro sin dejar de darle vueltas al asunto. Llegó a su destino y se dispuso a contarle todo a su amigo:
- Bueno, Teodoro, vengo en tu ayuda...me pasa una cosa y creo que tú podrías ser mi solución.
- ¡Cuenta, cuenta!
- Bueno, Teodoro, pues mi problema es que tengo una nueva vecina...esta nueva vecina es un tanto rara...
- Y...
- ¡Espera, espera! Pues a ella le encanta la música. ¡Le encanta, encanta! Es un cosa bastante rara. Se pasa el día tocando la batería, la guitarra, cantando, ¡pero lo que es todo el día! ¡Hasta por la noche!
- ¿Y cómo podría yo ayudarte?
- Pues no lo sé, ¡pero ya se nos ocurrirá algo! Tú siempre me ayudas. El otro día fui a pedirle sal ¡y cogió la  sal del tarro tocando la pandereta! Yo me quedé un poco sorprendido y quise volver a hablar con ella y descubrir un poco más de esa pasión o vicio por la música. Ella me contó que le encanta la música, pero hasta un punto en el que no puede parar aunque quiera y, por eso, yo he acudido a ti, quiero ayudarla, pero no sé cómo y creo que tú y yo podemos encontrar la solución.
- Eso puede ser un problema bastante grave...para ti y para ella. Tú no puedes dormir con la música y ella tampoco, y eso os puede afectar mucho.
- ¡Hay que parar esto!
- Estoy contigo.
- Podríamos hablar con ella, buscar una solución los tres.
- Quizá...si se enamorara...eso le podría ayudar a no pensar solo en la música...
- Podría ser. Iremos a hablar ocn ella a ver qué nos dice.

A la mañana siguiente, Teodoro y Alfredo se dirigieron a casa de Lola, su vecina, y en aquel momento estaba tocando las maracas. Llamaron a la puerta y Lola les abrió cantando una canción cubana con maracas. Teodoro y Alfredo pasaron y se sentaron en el sofá. Toda su casa estaba llena de instrumentos.
- ¡Hola, Lola! - la saludó Teodoro -. Veníamos a hablar contigo y a ver si te podíamos ayudar con este problema que tienes con la música.
- Sí, creemos que te podemos ayudar – dijo Alfredo.
- Gracias. La verdad es que necesito compañía, alguien que me entretenga.

Aquel día estuvieron charlando y pasaron una tarde agradable los tres y Alfredo y Lola se llevaban muy bien. Por supuesto Lola les tocó bastantes piezas de música, aunque fue una de sus mejores tarde, pues tenía compañía y ya tenía más cosas en las que pensar.
Pasaron los días y Lola y Alfredo se seguían viendo mucho y casi todas las tardes tomaban juntos el café. Así, pasaron las semanas y el problema con la música se fue alejando.
Lola y Alfredo se habían encontrado.
Los dos habían encontrado el amor.

Lucía Guerrero López





- ¡Teodoro! Tengo un grave problema.
- Dime, Alfredo, soy todo oídos.
- Tú sabes que cuando no está mi hermano en casa jugamos con su videoconsola.
- Sí.
- Pues, mira. Ayer se fue al polideportivo a jugar y me puse a jugar con su videoconsola. Cuando la fui a encender me apoyé en la estantería y se cayó todo: mandos, videoconsola, juegos, cables...¡no sé qué hacer! Se ha ido de excursión a Santander tres días y no se ha enterado. A los juegos no les pasó nada, los mandos se rompieron y la videoconsola no funciona y no tiene arreglo.
- Pffff...¿tiene seguro?
- No.
- Pues creo que vas a tener que coger tus ahorros e ir al Mediamarkt de la ciudad. Está muy cerca.
- Gracias, Teodoro, muchísimas gracias.
- Nada, hombre. Mira ofertas por si hay alguna.
- ¡Vale! ¡Adiós!

Alfredo fue a la tienda y compró la videoconsola y dos mandos. Su hermano no se enteró y Alfredo se la configuró tres horas antes de que llegara gracias a un programa de recuperación de usuarios.


Manuel Bizarro Vega




Alfredo estaba muy triste porque su perro se había perdido esa misma tarde. Teodoro le dijo:
- ¿Pero estás seguro de que has buscado en todas partes?
- ¡Sí!
- ¿Estás realmente seguro?
¡Que sí, Teodoro!
- Bueno, pues vamos a tu casa a buscarlo otra vez y, si no aparece, fotocopiamos carteles de búsqueda.
- Vale. Vamos.
Fueron a casa de Alfredo y buscaron por todas partes: por la cocina, su habitación, la de sus padres, la sala de estar... ¡y no estaba en ninguna parte! Entonces fotocopiaron los carteles y los pusieron por todo el pueblo, hasta que su amigo Pedro lo encontró en el parque de la esquina de su casa. Estaba muy sucio. Alfredo se puso muy contento pero apareció su madre con otro perro igual, diciéndole:
- ¡Ya lo he encontrado, cariño!
- Ufff...¡vaya! ¿y ahora?
- Ufff...
- Mi perro tiene una mancha negra en una oreja muy particular.
Miraron y vieron que el perro que había encontrado su madre no tenía mancha. Alfredo le dijo a su madre riéndose:
- ¿Sabes, mama? ¡Deberías ponerte gafas!
Todos se empezaron a reir, incluso el perro.

Clara Bizarro Domínguez




 Aldredo ha estropeado la impresora, ha ido a sacar una imagen que en necesitaba para un trabajo de Lengua. Ha metido los folios y le ha dado al botón equivocado y los folios se han quedado atascados. Ha probado a darle a todos los botones pero no salen. Así que tiene un problema enorme cuando llegue su madre y se ponga a sacar unos papeles que tiene que sacar y vea que la impresora no funciona por lo que ha hecho Alfredo. Le va a echar una buena riña.
Alfredo, desesperado, se va a casa de su amigo Teodoro a que le dé un consejo. Teodoro le dice:
- Creo que te puedo ayudar, amigo. Tengo dos opciones: primera, como nuestras impresoras son iguales las podermos intercambiar. Mis padres no se enterarán, están fuera unos días de viaje. Segunda: tienes que decirle a tu madre que tú le sacas los papeles, te vienes a mi casa y se los sacas aquí.
- Me quedaré con la primera, que sospechará menos. Vamos a hacer el intercambio ahora que mi madre no está en casa.

Se van y hacen el intercambio y Alfredo le pregunta a Teodoro:
- ¿Qué hago con la mía? No la puedo dejar así.
- Llévala a la tienda de tu tío, seguro que te la arregla.
Alfredo lleva la impresora a su tío, le cuenta lo que ha pasado y su tío le dice que se pase al día siguiente que estará lista. Alfredo se va a su casa y llega su madre y le pide que le saque unos papeles. Alfredo obedece y su madre no se da cuenta de que la impresora no es la misma. Al día siguiente, cuando su madre se va al trabajo, va a recoger la impresora y le lleva a Teodoro la suya.
- ¡Muchísimas gracias, Teodoro!
- No hay de qué.

Celia Borralo Alfonso

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