Apaga la luz.
Escucha cómo tu corazón bombea cada vez más rápido.
No te fíes de nada de lo que oigas.
Escucha con atención.
Lee.
EL AUTOBÚS
ENCANTADO
En 2003 tres hermanas un poco
extrañas y delicadas llamadas Macaria, Pascasia y Apolonia estaban estudiando en
Xacuta. Un día viajaban a Haciciya en autobús a ver a sus padres. Eran las tres
de la mañana. Las hermanas iban entusiasmadas porque hacía seis meses que no
veían a sus padres. El viaje era un poco largo, unas 16 horas aproximadamente.
Macaria era un poco miedosa y decidió irse a la parte delantera del autobús con
el conductor. Al llegar el conductor no estaba, Macaria pegó un grito y salió
corriendo hasta llegar adonde estaban sus hermanas. Estas no la creían y fueron
juntas a comprobarlo. Cuando llegaron vieron un líquido rojizo en el volante y
Pascasia dijo:
- ¡Es sangre! ¿Qué ha pasado, por
Dios?
Macaria asustada empezó a llorar.
- ¡Vamos a bajarnos! ¡Por favor!
- ¿Pero cómo vamos a bajarnos? ¡El
autobús no se para!
- A ver, mantengamos la calma.
- ¡No puedo! ¡Tengo mucho miedo!
De repente apareció un hombre
cubierto de sangre y con una mordedura en el lado izquierdo de la barriga.
Empezó a pedir ayuda. Las hermanas no sabían qué hacer.
- ¡Socorro! Por favor salgamos ya
de aquí.
Pascasia, que era la más valiente,
dijo:
- ¡Pero vamos a ayudar a ese pobre
hombre! ¡Está muy herido!
- ¿Qué le pasa, señor?
El señor no le contestó.
- ¡Señor! ¡Señor! ¡Señor!
Siguió sin contestarle. Cuando lo
tocó estaba muerto. Pascasia pegó un gritó y Macaria respondió:
- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?
Pascasia, nerviosa, no sabía qué
decir.
- Pascasia, responde. ¿Qué pasa?
- El..el..el conductor
está...está...muerto.
En ese mismo instante sonó el
móvil. Era mamá. Apolonia lo cogió y dijo:
- ¡Hola, mamá!
Pero el telefóno se apagó y el
autobús se paró. Macaria dijo:
- ¡Este es el momento! ¡Bajémonos
ya de aquí!
Las hermanas muy dedididas fueron
a bajarse. Cuando ya tenían un pie fuera, el autobús volvió a ponerse en
marcha.
¿Se habrían caído las hermanas? ¿Se habrán muerto?
Marina Valero Bizarro
Asier Antonio Torres
Morales
Gonzalo Pérez Lebrato
Clara Bizarro Domínguez
LA MALDICIÓN DE LA
BICICLETA
La historia comienza con una
familia pobre con un niño muy exigente llamado Eclat, que quería una bicicleta
y todos los días rogaba que se la compraran:
- Mamá, por favor, ¿me puedes
comprar una bici?
- Lo siento, hijo, no tenemos el
suficiente dinero. Si apenas tenemos para comida, ¡cómo vamos a tener para
comprarte una bicicleta!
Al día siguiente, su padre, don
Bucay, apareció con una bicicleta que había robado de una familia cuyo dueño
era una niño que había muerto días antes.
Eclat y Packard, su mejor amigo,
fueron de ruta con sus bicicletas. Los dos niños se perdieron y estaba ya
anocheciendo.
- ¿Dónde estamos, Packard? Me
tengo que ir a casa.
- ¡Yo ya debería estar en mi casa!
La bicicleta de Eclat se fue al
bosque moviéndose de pie como si estuviera alguien montado. En efecto, era el
alma del niño, el antiguo dueño. Empezaron a oírse sollozos:
- ¡Mamá, mamá¡ ¿Dónde estás?
Sus padres, desesperados, se
preguntaban sobre él:
- ¿Dónde estará? ¿Le habrá
sucedido algo?- le decía Noschi a su marido. Ella pensaba lo peor, que se había
accidentado con la bicicleta.
Ya de noche fueron en su busca y
se encontraron la bicicleta tirada con
risas inquietantes que sonaban de fondo entre el frío bosque.
¿Qué habrá pasado?
Manuel Bizarro Vega
Jesús Carrasco
Toscano
Rebeca Costillo
Palacios
Candela Rodríguez
Córdoba
LA SOMBRA DE LA
ABUELA DE HASSEN
Cuenta la leyenda que en una casa
alejada de la gran ciudad, vivía un niño llamado Hassen. Este era huérfano de padre y madre y vivía con su
abuela, una persona muy mayor a la que no le quedaba mucho tiempo de vida.
Hassen no quería que muriese, pues ya había sufrido bastante con la muerte de
sus padres.
Su abuela tenía la costumbre de
rezar con él todas las noches y contarle historias de su juventud. Una noche le
contó la historia de un joven al que se le aparecían las sombras de sus
difuntos familiares. Esa noche Hassen tenía miedo, pero aquello pasó y se quedó
dormido. A media noche se despertó con mucho miedo, fue a la habitación de su
abuela, tocó la puerta, pero nadie contestaba...entró...pero no había nadie. Él
pensaba que había salido. Pasó la noche y la mañana, su abuela no había vuelto
pero no le dio mucha importancia. Sin embargo, al llegar la noche, algo extraño
se le apareció, se parecía a su abuela. Pensaba que ya había llegado:
- ¡Abuela! ¡Abueeeela!
Nadie contestaba, aunque él sí la
veía. Su abuela se fue como si nada, era su sombra...
Después de unos días se la
encontró en un riachuelo que pasaba cerca de su casa. Se llevó un gran
disgusto, pues ya no tenía a nadie. Hassen siguió viviendo en la casa de su
difunta abuela. Siguió rezando como de costumbre con la sombra de su abuela,
que se le aparecía todas las noches. Oía cosas raras y sentía que sus
familiares muertos aún deambulaban por ella. Entonces pensó que la historia que
le contó su abuela se había hecho cierta.
Los vecinos le preguntaron que
cómo estaba su abuela. Él les explicó que había muerto y los vecinos le
contaron que eso no era posible porque la habían visto la tarde anterior paseando por el barrio. Hassen
pensó entonces que, al igual que él, los vecinos también habían visto su
sombra.
Con el paso de los años unos
descendientes de la familia reformaron la casa y se fueron a vivir en ella sin
conocer lo que se les venía encima. Pasaron los días y la familia percibía
algún movimiento en la casa por las noches y alguien rezando:
- “Padre nuestro, que estás en el
cielo...”
Un día el padre de la familia se
armó de valor e intentó descubrir qué era lo que pasaba. Vio una sombra. Al día
siguiente decidieron jugar a la Ouija para saber qué estaba pasando en la casa.
Prepararon el material y le preguntaron muchas cosas, entre ellas:
- ¿Quién eres?
- Soy la abuela de Hassen.
- ¿Te han matado?
- Sí.
- ¿Quién?
- Haaaaasen.
Descubrieron que Hassen la mató
porque tenía problemas psicológicos. Por eso la sombra de su abuela se le
aparecía a Hassen todas las noches.
La familia llena de miedo se mudó
a otra casa.
¿Seguirá
deambulando la sombra de la abuela por la casa?
Nazaret Bizarro
Aguilar
Luis Manuel García
Toscano
Lucía Guerrero López
Pablo Delgado
Rodríguez
LA SILLA ENCANTADA

A mediados del siglo XIX una
familia formada por la madre, un hijo y una hija, limpiaban el trastero de la
casa, quitando los recuerdos de su padre, incluida la silla donde se mecía y
donde apareció muerto. Aquel día era 1 de noviembre y todos los años, ese mismo
día, se escuchaban ruidos extraños en el trastero, donde estaba la silla.
- Mamá, estoy escuchando ruidos
raros en el trastero – dijo Vangesineitor.
- Es verdad – dijo su madre – Ves
a llamar a tu hermana.
- Bralonga, Bralonga, ven rápido.
Mamá nos llama.
Bajaron todos al trastero
rápidamente. Cuando la madre abrió la puerta, la silla estaba balanceándose. Todos
se asustaron y llamaron a los vecinos. Se llevaron la silla adonde nadie la viera
ni la escuchara al moverse. La familia estaba tranquila porque pensaba que la
silla se habría movido por un viento que habría entrado por la ventana.
- Vale, mamá – dijeron los niños.
Semanas después, Vangesineitor se levantó en la noche a beber agua y volvió a escuchar ruidos. Entonces el niño fue a ver qué pasaba y se puso a hablar con su padre. A la mañana siguiente, cuando la madre fue a despertar a Vangesineitor y se dio cuenta de que no se encontraba en su cama. Empezó a ponerse muy nerviosa. En ese momento, Brolonga llamó la atención de su madre para enseñarle una carta que había encontrado en la que ponía “ADIÓS” y estaba firmada por su padre.
- Es la firma de papá – dijo la madre.
Se puso más nerviosa aún y de repente volvió a escuchar algo en el trastero. Inmediatamente bajó a ver qué pasaba y se encontró a Vangesineitor muerto en la silla encantada.
¿Alguién
más morirá en la silla?
- Aarón Bizarro ÁguedoVictoria Rosa LimaTania Rodríguez ContrerasCelia Borrallo Alfonso
No he leído mejores relatos de terror, suspense, intriga y miedo que los relatados por los de 1º ESO.
ResponderEliminarQue gran talento y que arte tienen en plasmar la imaginación en la escritura, que sigan en en la senda de ir publicando sus narraciones.
Excelente iniciativa para impulsar la lectura y escritura
Gracias, Gabriel.
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