lunes, 29 de octubre de 2018

ESCRITURA CREATIVA. Con ellas


Escribe una breve historia en la que aparezcan las siguientes palabras:



encina      dolor    ¡menos mal!     Dorotea     preocupación


Dorotea iba caminando por el campo buscando setas. A lo lejos vio una gran encina que le llamó la atención. Se acercó a contemplarla y observó un nido en una de sus ramas. Sintió la curiosidad de averiguar si tenía pollitos y se dispuso a trepar a la rama. Cuando estaba cerca del nido, miró hacia



abajo y sintió una gran preocupación al no ser capaz de bajar del árbol. Gritó unas cuantas veces pidiendo auxilio. ¡Menos mal que una persona paseaba y escuchó sus voces! Se acercó y, al ver a la niña en el árbol, no dudó en ayudarla a bajar, pero al cogerla en brazos sintió un gran dolor en la espalada y tuvo que dejarla en el suelo mientras se recuperaba. Los dos caminaron hacia casa y, al llegar, les contó a sus padres la experiencia vivida y sus padres, enojados, le riñeron por su acción.

Nazaret Águedo Perera.

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Ahí está Dorotea sentada debajo de su encina favorita. Desde allí se veía todo el pueblo. De repente, tuvo un fuerte dolor de cabeza y se fue a una cabaña deshabitada que antes era de su abuelo. Allí sus padres tenían una mula llamada Rosa y una gatita blanca y negra llamada Manchita; también tenía una pequeña granja llena de gallinas y pollitos tan amarillos como el sol. De un momento a otro empezó a llover muy fuertemente y Dorotea se dijo:

- Ufff, ¡menos mal que estaba refugiada aquí! Llamaré a mi padre para que sepa dónde estoy.

Llamó a su padre y se sentó en una mecedora muy antigua y en sus brazos tenía a Manchita. Su preocupación iba en aumento pues la lluvia no cesaba; en poco tiempo el corral de las gallinas quedaría inundado. Dorotea amaba a todos los animales y temía que pudiera sucederles lo peor. Sin dudadrlo un momento, se calzó sus botas de agua, cogió su chubasquero rojo y corrió hacia el corral: abrió la cancilla, cogió los pollitos y las gallinas entre sus brazos y, saltando entre los charcos, llegó como pudo a la cabaña. Al poco rato, su padre llegó. Ya había dejado de llover y frente a la cabaña se dibujaba un enorme arcoíris.

Esa noche Dorotea durmió muy bien porque sabía que había hecho lo correcto. Salvar a aquellos animales era lo mejor que había hecho en mucho tiempo.


Beatriz Torres Megías.

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Esto me sucedió una tarde de verano cuando me dirigía a pescar.

Iba caminando con mi caña por el camino de la Herrumbre cuando de repente escucho ladridos. Eran dos perros grandes y se dirigían a atacarme. Entonces eché a correr hasta llegar a una encina a la cual me subí. Llevaba allí por lo menos media hora y los perros no dejaban de darle vuelta a la encina buscando la manera de terminar conmigo. Yo sentía mucha preocupación.

- ¿Quién es aquella mujer que veo a lo lejos? - me pregunté.

Era Dorotea, la dueña de los perros. ¡Menos mal! Grité.
Cuando fui a bajar de la encina me caí y sentí mucho dolor, pero estaba contento porque los perros se habían ido. Decidí continuar mi trayecto hacia la laguna. Cuando llegué miré el reloj. ¡Eran las ocho! ¡Y mi madre me dijo que a las ocho y media tenía que estar en casa! Entonces volví hacia atrás y me quedé sin pescar ese día.

Y colorín colorado me he quedado sin pescado.

José Miguel Díaz Gata.

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Dorotea era una niña que vivía en un pequeño pueblo rodeado de encinas. Un día se fue con su padre al campo a echar de comer a los animales y se le escapó una oveja. Al día siguiente se dio cuenta de que le faltaba Margarita, la pequeña oveja, y con mucha preocupación salió a buscarla. Tras horas de búsqueda por todos los sitios en los que podría estar, no obtuvo resultado.
Pasaron los días y Margarita no aparecía. Dorotea, con mucho dolor, pensaba que ya no la encontraría y que se había perdido por su culpa.
A la siguiente semana llegó Manolo, su vecino del campo, con Margarita en sus brazos.
Menos mal! - dijo Dorotea – pensaba que se había perdido y que nunca la encontraría.

Alejandro García Vega.

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Era un hermoso día de verano y la familia de Ana se ha reunido en el campo para hacer un pic-nic. Juan e Isabel ya están preparando la barbacoa, Elena está sacando las provisiones de las neveras y Carlos lleva la comida a la mesa. Los niños están contentos y salen corriendo a disfrutar del momento. Iban a echar un partido de fútbol, rápido, mientras se preparaba la comida.

- Vamos, Ana – dice Néctor – enséñanos la jugada que hiciste para ganar el campeonato de tu escuela.
- Pero no tenemos tiempo, tenemos que comer.
- Sí, venga, vamos – dice Toni.

Mientras Juan e Isabel terminan de asar la carne en la parrilla, Carlos sireve unas bebidas y Elena carga a María. Todos, padres y niños, parecen disfrutar del momento. Los niños juegan y los padres animan desde la distancia.

- ¡Vamos, Ana!
- Buena jugada.

Ana corre hacia el arco, que está marcado con dos jarras de agua, se prepara para marcar...pero, de repente, cae al suelo y se oye un grito de dolor:
- ¡Ayyyyyy!

Toni y Néctor corren hacia ella y Carlos, su padre, sale a su encuentro. Ana está en el suelo agarrándose la rodilla. Carlos se inclina a su lado, con cara de tristeza y dice:

- Vaya, no tiene buena pinta. Llamemos a tu tía Dorotea que es médico.
- Está de vacaciones, papá – exclamó Ana.
- Te golpeaste bien. ¿Puedes caminar?
- No lo sé, papá...¡qué dolor!

Poco a poco intenta ponerse de pie pero necesita la ayuda de su padre. Todos observan con preocupación. Carlos coge a Ana y en compañía de Elena se dirigen al coche, que está estacionado junto a las encinas. Se acomodan en la furgoneta y se dirigen al hospital. Unas horas más tarde Ana se encuentra recostada en una cama en la sala de emergencias con la pierna vendada y una bolsa de hielo sobre la rodilla. El doctor López se inclina cariñosamente sobre la niña:

- Ana, afortunadamente, solo es un esguince. Tienes que guardar reposo durante dos semanas y no jugar en dos semanas más. Si sigues mi consejo, esto solo será un susto y pronto estarás recuperada.
- ¡Gracias, doctor! - dijo Ana.
- ¡Menos mal! Nos habíamso asustado – dijo su madre.
- Le daré muchos recuerdos a Dorotea y le diré la buena paciente que has sido.
- Gracias por sus cuidados y por su atención – dijo Carlos – No ha sido el mejor momento de conocerlo, pero Dorotea tenía razón: ¡es usted un gran profesional!

Adrián Lucas García.

 


4 comentarios:

  1. Nos han gustado mucho todas las historias. Es muy interesabte como,con las mismas palabras,pueden surgir diferentes interpretaciones.

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  2. ¡Seguid así!
    Son pequeños escritos llenos de imaginación.
    Ya estamos esperando los siguientes.
    ¡¡Ánimo!!

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  3. Empezamos a mover el lápiz. Muchas gracias por vuestra lectura y por vuestro comentarios.

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  4. Muy bien todos,ellos se están animando a escribir y nosotros deseando leer las historias .

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